martes, 29 de mayo de 2012

OCASO CARIBEÑO

Si fuéramos alemanes sudaríamos las axilas en la camisa parda que correspondiera o apelaríamos a la tragedia pero hace demasiado calor esta tarde, a inicios de verano, y en el Malecón de Madrid, en los lavapieses donde disparan a los negros y en la Corredera Baja de San Pablo e inmediaciones y en los chamberíes donde truena la gamba al ajillo, en este microcosmos de terracitas semiburguesas y niños que juegan a la pelota y matrimonios tatuados, aquí y a esta hora del ocaso, en la hora violeta del crepúsculo, parece como si nada importase. Estamos asomados al borde del abismo pero la cerveza bien fría atempera nuestros anhelos insurrectos (de momento de momento, nos decimos). Nosotros, el pueblo. Estamos aquí sentados, en el suelo y en los bancos de la plaza y en las sillas metálicas en torno a raciones de patatas bravas y platos con aceitunas y hay quien tritura un hielo en la boca, aromatizado de hierbabuena y ron. Qué más da. La comisión de investigación de Bankia resulta de lo más urgente, opina la mayoría informada. Pero que les den por el mismísimo culo a los banqueros, a los políticos y al Rey de España, añaden los descreídos, que son casi todos porque hace una temperatura buenísima ahora que ha caído el sol y por detrás de las antenas asoma la primera y última estrella de la noche, en su indiferencia sideral, y una señora riega los geranios del balcón. La vida siempre sigue. Y es este un ocaso caribeño, como si viésemos bañarse la última luz en un océano calmo.

3 comentarios:

  1. Y mientras nos dicen los periódicos que La Vía Láctea chocará con Andrómeda, -pero será dentro de 4.000 años- y para cuando eso suceda, nosotros no estaremos aquí. Quizá un Andante13, o un Jinete13, caminen por este planeta entonces, o ya no, ¡quién lo sabe!.

    Cierto es que nada relaja más como el momento en el que el sol comienza a descender y aparece la primera, estrella. En la soledad cósmica, la Vida siempre sigue, sí, a pesar de todas las complicaciones que antes los Viernes negros, y ahora cada día,- los que nos desgobiernan-, nos (im) ponen en nuestros caminos.

    ¡Salud!

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