martes, 17 de marzo de 2015

SUSANA

De ella dicen (bajando la voz) en ciertos ámbitos de la militancia socialista andaluza que “es más mala que la quina”. Maniobrera y curtida en todo tipo de componendas desde sus tiempos de dirigente de las juventudes del PSOE en el sur, Susana Díaz sabe cómo manejar el partido con mano de hierro y aplica la consigna de Alfonso Guerra (“quien se mueve no sale en la foto”) exhibiendo una sonrisa que da miedo a los niños.
Pero esto no se lo contarán a usted los periodistas de la prensa convencional porque para eso la Junta se gasta sus buenos dineros en campañas institucionales y otras mamandurrias (que diría Esperanza Aguirre).
Cuando a Susana Díaz se le cruzó por delante un díscolo Eduardo Madina en la pugna por el liderazgo del socialismo en España le laminó mediante el sencillo método de ordenar a todas las agrupaciones que controla (o sea, todas) que votaran en masa a Pedro Sánchez, que pasaba por allí.
Pero resulta que Snchz le ha salido protestón y quiere optar a la presidencia del gobierno y, entre unas cosas y otras, Susana ha tenido que lanzarse a una carrera contra reloj que incluye elecciones anticipadas en su autonomía y luego que sea lo que Dios quiera.
Y ya no parece evidente que el PSOE vaya obtener tan buen resultado como para que pueda Susana dar el salto a Madrid.  Aunque veremos. Andalucía es mucha Andalucía y si no, que se lo digan a Javier Arenas, que ha comido barro elección tras elección resignándose a ver los toros desde la barrera de la oposición.
Susana Díaz es el máximo exponente de ese estilo de política marrullera en el que nada es verdad y todo es pura trampa.
Veamos un ejemplo.
Caso Iñigo Errejón. Una beca en la universidad de Málaga que, de la noche a la mañana, se convierte en noticia. Curiosamente justo después de que Susana Díaz venga a Madrid a darse un paseíto visitando los principales medios amigos.
En un primer momento, la rectora de la universidad de Málaga asegura que no ve ninguna irregularidad. Apenas unos días, tras calentarse el asunto con persistentes declaraciones de la presidenta andaluza (“ya le tenía yo ganas a éste” dicen que dijo a los periodistas refiriéndose a Errejón),  la rectora de Málaga abre una investigación. Casualidades de la vida.
Ah, pero he aquí sólo meras conjeturas, protestará alguno. ¿De verdad que puede pensar alguien que la propia Susana Díaz llamó por teléfono a la pobre rectora malagueña para llamarle a capítulo o que fue contando en persona a los jefes de redacción que al niñato ese de Podemos había que darle una lección? Pues sí. Todos los que la conocen de cerca.
En una comida con periodistas relataba el moribundo líder de PSC, Miquel Iceta, lo pesada que era Díaz y cómo le insistió hasta dejarle exhausto para que el socialismo catalán se colocase en el frente antimadinista que, en las sombras, forjó Susana al verse despechada por el bueno de Eduardo.
Eso sí, a ella la quiere todo el mundo en su barrio. Es el argumento que repite Susana Díaz, a la cual (según venden de modo patético sus propagandistas) las gentes humildes envían al Palacio de San Telmo osos de peluche para el bebé que verá la luz dentro de unos meses.
Aún si así fuera, no parece como para alardear: huele a peronismo barato. Como atufa a Evita y Perón (y lo que vino después) el reparto de millones de euros en generosos ERE’s, cursos de formación y demás.
Ah pero.
Afirmar algo así se considera un ataque a la dignidad de Andalucía.
Esa es otra.
Susana, como Jordi Pujol, piensa que criticar a su gobierno equivale a criticar a toda una nación (la andaluza, en este caso, si la hubiere).
Podemos ha osado cuestionar cómo se gestiona el PER y Susana ha salido a enseñar todos sus dientes diciendo que el PER devolvió la dignidad a Andalucía y que ni tocarlo. 
Hombre, de todo se podrá hablar.
Pero no.
Ojito con la dignidad.
Si alguien menciona que Andalucía sufre un problema crónico de paro y modelo productivo y habrá que resolverlo, Susana se envuelve en la bandera verde y blanca y saca de la chistera el argumento de la afrenta venida de fuera o el truco del enemigo exterior.
“Vienen aquí a insultarnos” repite siempre que puede Susana.
Andalucía es socialista porque la derecha andaluza representa lo peor del derechismo patrio y el señoritismo sevillanojerezano y el latifundio esclavista sigue incrustado en el imaginario colectivo.
“Recuerda, Clarice, que sólo una generación te separa del hambre” sentenciaba Hannibal Lecter a la agente del FBI por quien el pobre psychokiller bebía los vientos. Los andaluces tienen ese recuerdo fresco y también el de los caballistas que rejoneaban rojos en la guerra civil tal y como relata Manuel Chaves Nogales. Así que votar al PP se les hace un poco cuesta arriba.
Mas hay que aggiornarse, hombres y mujeres de Andalucía. Y Teresa Rodríguez sonríe con mucha mayor autenticidad que Susana, perdonen la impertinencia.
Podemos viene a ponerlo todo patas arriba y a ver si les dejan.
A Teresa Rodríguez se le nota mucho que se ha bañado bastante en los Caños de la Meca y cualquier persona de menos de ochenta años tiene que simpatizar con ella.
Su discurso puede que sea menos compacto que el de la trilera Susana pero huele a verdadero. Quiere cambiar las cosas. Y es mujer, menos mal. Porque otra de las triquiñuelas de Susana es disfrazar de machismo cualquier crítica hacia su persona. Yo, según esa mujer, estoy ejerciendo un machismo cruento por retratarla tan descarnadamente.
Me da la impresión de que Susana Díaz ha cometido un error de cálculo. La jugada no le saldrá tan extraordinariamente bien como para erigirse en salvadora del PSOE. Salvará los muebles seguramente. Pero eso, creo, no va a ser suficiente para moverle la silla a un Snchz que se ha hecho un hombrecito mandando a la puta calle a Tomás Gómez. De Ángel Gabilondo hablamos otro día, que a mí no me parece para tanto aunque sea un hombre bueno, de eso no hay duda, y cite a Kant para entusiasmo de los chicos y chicas de la prensa, tan aburridos de bramidos absurdos en los mítines.
Ya veremos, reitero.
Susana es la viejísima política, la partitocracia a dentelladas. Vencerá pero no convencerá a quienes se bañan en las playas de los Caños de la Meca y se fuman un porrito al ponerse el sol. Y a esos también hay que convencerles.
Diré más. Pase lo que pase no ganará.
La sonrisa de Teresa Rodríguez saldrá triunfante. 
Y luego encenderemos una hoguerita en la playa, qué caramba. El porrito también, gracias.

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